RELATO TESTIGO 2

Manuel siguió esperando, no tenía prisa y confiaba en la llegada de Raquel. Tras 45 minutos de intentos fallidos consideró la idea de tomar un tren de regreso a su casa. En el trayecto intentaba buscar posibles causas a la ausencia de Raquel. De camino recibió un mensaje al móvil. Eufórico buscó el teléfono, pero resultó ser su madre: “Iremos a comer fuera, tienes de todo en la nevera, por si vienes a comer. Besos, mama”.

A media tarde recibió una llamada, esta vez era Julián, amigo desde la infancia. Preguntó por la cita a ciegas. Julián jamás creyó en este tipo de encuentros casuales, así que no tardó en recordarle su postura y que pensara en otras opciones para conocer gente.

Manuel estuvo toda la tarde con los amigos, y justo antes de entrar en la portería de su piso sonó el teléfono. Esta vez era Raquel.

Manuel: ¿Qué tal? Pensé que te ocurría algo o te arrepentiste de quedar…
Raquel: Quería llamarte, no quiero que suene a excusa, pero de verdad me ha sido imposible localizarte, me quedé sin batería.
M: Estuve casi una hora esperando…
R: Joo, lo siento de veras, todo es muy complejo, uff… Me gustaría contártelo, pero es algo que quería decirte en persona, si quisieras verme aún claro…
M: No es que no quiera… Pero es que claro, no sé.. (Tras pensarlo tuvo una idea) Quedamos en mi pueblo, y si me das plantón tengo mi casa al lado jeje
R: Vale, iré de veras… ¿Qué tal el miércoles a la tarde?
M: Ok, cualquier cosa me llamas eh…

Pasaban los días y las ausencias de señales de Raquel daban a pensar a Manuel que asistiría a la cita. Fue entonces cuando recordó la frase de un compañero de trabajo No news, good news (Sin notícias, buenas notícias). El miércoles llegó y por fin se encontraron. A Manuel le sorprendió lo risueña que era Raquel, y que además era muy cariñosa. Eso hizo sentir cómodo a Manuel, y Raquel se mostró muy animada con la comprensión de Manuel ante el primer intento de verse.

Tomando un café, tras conocerse mejor un poco llegó el momento.
Raquel: En cuanto a lo que pasó el domingo, a ver, como me explico…
Manuel: Tranquila, tómate tu tiempo, no tengo prisa…
R: Puede parecer egoísta, pero siempre que lo digo la gente me prejuzga.
M: No soy ese tipo de personas, ¿qué ocurre, es grave?
R: ¡No, no! Nada de eso, pero resulta que hay a gente que si se lo parece. Quedé con mi tía como casi cada domingo. Como ya te dije me quedé sin batería y me resultó imposible llamarte.
M: Sí, lo sé. Ya te dije que no pasaba nada… En ese momento me sentí plantado, pero ya sé porqué fue.
R: Ya… Lo que ocurre es que soy Testigo de Jehová. Supongo que sabrás de qué te hablo.
M: Algo sé, aunque no mucho… (Procurando ser neutral explicó lo poco que sabía) Sé que os está prohibido donar sangre, si no me equivoco con ideas cristianas diferentes a las católicas, por la sociedad considerados una secta, y bueno… sobre sexo creo que no podéis tener.

Siguieron charlando durante un par de horas. Raquel se sorprendió del interés de Manuel en su religión, algo que solía causar rechazo, sobretodo en otros chicos. Manuel debatió con ella lo que creía oportuno, sin ofender sus creencias, ya que este tenía, por así decirlo, su propia religión. Raquel en algunos temas asentía, y compartía su misma visión, tenía ciertas dudas a cerca de algunos aspectos.

Tanto Manuel como Raquel apreciaron la conversación sincera que mantuvieron. Unidos bajo similares maneras de valorar la importancia de la vida y las pequeñas cosas, separados por la religión. ¿Tendrá solución?