EL FERROCARRIL

Hace ya un mes, la ola de calor me estaba afectando y me fui a la playa, tras el primer chapuzón para calmar el sofoco vino el segundo y con éste un golpe en la cabeza; encontré una botella con mensaje.
Me senté en mi nueva toalla y empecé a intentar abrir la botella. Por más que probé, no hubo manera de sacar aquel tapón, así que le di un golpe seco y rompí el cristal, con cuidado saqué el papel.
No voy a decir que estaba como el primer día que lo escribieron, porque no se como estaba entonces, lo que sí puedo decir es que se conserva muy bien.
Comencé a leerlo y decía lo siguiente:

“ Cuba, 5 de febrero 1849

Soy Juan, un español de Cuba, hace calor pero hoy estoy contento, andamos por el año 1849 y he tenido el gran privilegio de participar en la construcción de dos ferrocarriles, uno en 1838 cuando lo construimos para transportar la caña de azúcar al puerto de la Habana y otro hace escasamente dos meses.
Me mudé a la península por requerimiento reinal para ayudar en la creación del nuevo ferrocarril, como ya he dicho tenía experiencia. Ahora puedo decir que hemos culminado un gran trabajo, el nuevo ferrocarril va de Barcelona a Mataró.
Su inauguración fue el pasado 20 de octubre pero yo no pude estar allí, ya que mi primogénito también nació ese día.




Mi mujer, Lolita, se siente muy orgullosa de mí. Todos los que hemos participado en este proyecto somos parte de los que el reino ve con buenos ojos y por ello gozamos de algunos privilegios.

Ayer mi esposa y yo subimos en el ferrocarril y tuvimos el placer de saber lo que se siente subidos en algo que pretende ser tan rápido. Mi pobre Lolita se ha mareado y casi nos cuesta un disgusto, se quería tirar en marcha.
Mi hijo ha sido el pasajero más joven que ha subido en el ferrocarril

Juan”


La historia de Juan, de alguna manera, me había cautivado, pero ésta no quedaba hay, más abajo había lo que parecía una nueva carta.



“ Barcelona, 5 junio 1870

Hoy ha fallecido mi padre y he encontrado una carta. Lo menos que puedo hacer por él, es divulgar lo que conocía: su aportación al ferrocarril.
Fui el más joven en subir a un ferrocarril y espero morir en uno de ellos. Soy maquinista. Volví de la Cuba de mis antepasados para así poder ser lo que más me gustaba.

Ahora meteré estás cartas continuadas en una botella y espero que pronto la encuentre alguien y venga a visitarme.
Quien la encuentre tiene asegurado un billete de ida y vuelta en ferrocarril, doy mi palabra.

Juan”


A la mañana siguiente me levanté temprano y llevé este documento a la central de ferrocarriles. Al final conseguí que un señor muy amable y que parecía alguien importante me atendiera, él se hizo cargo del hallazgo.

Hoy he recibido una llamada, el papel parece que sí es antiguo, tan antiguo como dicen en sus palabras Juan y Juan.
Están estudiando la posibilidad de que la carta luzca expuesta en el museo del Ferrocarril y además me han hecho una tarjeta para viajar siempre que quiera, Juan cumplió su palabra con creces.