jueves, 14 de junio de 2007

POR ALGO O POR TODO

Hacía diez años perdía a mi madre a causa de un cáncer de pulmón y ahora, hacía a penas tres días había perdido a mi padre por la misma causa.

Ahora vuelvo del funeral junto con mis hermanos, a lo duro de haber enterrado a un padre, ahora tenemos que ponernos a registrar todo para poner en orden los papeles y repartirnos los bienes.

Hemos encontrado el testamento, es curioso esta datado desde el año 1970, el año en que yo nací, pero nunca lo habíamos leído hasta ahora.

Yo era el pequeño de cuatro hermanos y con el que menos años me llevaba, eran dieciocho. Mi madre siempre bromeaba que como no me esperaban estuvieron a punto de tirarme a la basura pero que cuando me vieron la carita no pudieron más que traerme a casa. Cada vez que me contaba esa historia, reía y luego me besaba… ¡Mamá te echo tanto de menos!

Mi hermano mayor se ha puesto a leer y me da la sensación que se salta algunos párrafos, le pido que me deje leer y se niega en rotundo. Cierra el testamento y se lo lleva. ¿Era yo el único que sentía indignación ante aquella actitud?, pues parecía que sí, mis otros hermanos no abrieron la boca.

Han pasado dos días desde que abriésemos por primera vez el testamento. Me llama mi hermano y le reprocho su actitud, sin discutir me dice que es lo que me ha tocado. Estoy demasiado afectado por haber quedado completamente huérfano como para también perder a un hermano por cuatro céntimos.

La casa donde vivía en vida de mis padres y donde vivo también ahora, ha pasado ser de mi propiedad. No firmo nada, de todo se encargan mis hermanos, para mi es cómodo, son mis hermanos y confío en ellos.

Llevó viviendo sólo tres meses, la casa es demasiado grande para una única persona, además no logro superar la muerte de mis padres, demasiados recuerdos. Quiero venderla. Pido ayuda a un gestor para hacer los trámites.

He recibido una llamada del gestor, la casa no se puede vender. La casa no es mía.
No voy a engañar a nadie, lo primero que pensé fue en la traición de mis hermanos.
El gestor me saca de dudas y me dice que la casa es de una tal Carmen Palacios Rubio. ¿Quién era Carmen Palacios Rubio?, ¿quién era esa mujer que llevaba mis mismos apellidos?

Acudo a mi única hermana y le pregunto, no me contesta pero sé que sabe algo, su rostro se ha vuelto pálido como la pared. Está embarazada y no insisto, veo que el tema no le satisface lo más mínimo.

Acudo al tercero de mis hermanos y éste me da la callada por respuesta.
No me queda otra que ir a buscar a mi hermano mayor. Al principio hace que me ignora, ante mi insistencia me dice:

¡ES TU MADRE!

Me niego a creer tal ridiculez, él se pone ante mí e insiste en que Carmen Palacios Rubio es mi madre, hija de los que yo siempre creí mis padres, hermana de mis hermanos.
Mi hermano esta muy alterado, se esta poniendo rojo, se pone la mano en el pecho, cae al suelo. Le grito a mi cuñada que llame a una ambulancia. Llegaba cadáver al hospital.

Volvemos de su funeral, curiosamente ha dejado una carta para mí, como si supiese que iba a morir. La abro, esta fechada el día de mi nacimiento, 11 de noviembre de 1970.

“Querido hijo,

Sí, querido hijo. Soy tu padre.
Si estas leyendo esto es que yo ya he muerto y ahora ya no me da miedo decirte lo que siempre te tenía que haber dicho:
Si algún día escuchas el nombre de Carmen Palacios Rubio, no lo olvides, es el nombre de tu madre…, mi hermana.
Cometimos incesto y por ellos fuimos castigados. Ella se tuvo que marchar y jamás ha vuelto, no se donde está.
Fuiste fruto del amor, te lo puedo jurar.
Siempre hemos querido lo mejor para ti.

Por cierto, tus hermanos tíos saben que tu madre existió y que se marchó, que tú eres hijo de ella, pero no saben que yo soy tu padre. Por favor no les digas nada. Haz que éste secreto quedé entre los dos.

Un favor más, perdóname. Te quiere:

Tu padre:

Manuel Palacios Rubio”

No sé si fue por haber perdido a mi madre abuela, a mi padre abuelo, a mi hermano padre tío o de haberme enterado que tenía otra madre hermana tía. No sé que fue pero por algo o por todo me encuentro aquí encerrado.

No digo nada por miedo a la camisa de fuerza, pero hay una señora, una enfermera que me cuida, su nombre es Carmen Palacios Rubio.

1 comentario:

RAMONET, ARTE Y CONSULTORIO SOCIAL dijo...

ohhh me ha impresionado mucho¡¡¡