sábado, 16 de junio de 2007

NACIERON DOS


Llevábamos un par de semanas sintiendo temblar nuestros cuerpos, pronto llegaría nuestra primera hija y los nervios estaban a flor de piel.
La mañana que Claudia, mi esposa, me llamó con urgencia a la oficina diciéndome que iba al hospital porque había roto aguas, pensé morir del ataque de ansiedad. Bajé corriendo por las escaleras, desde la sexta planta donde trabajaba, esperar un ascensor se me hacía eterno. Cuando ya estaba el parking me di cuenta de que me había dejado las llaves arriba; vuelta a subir.
Antes de poder salir del parking se me caló tres veces el coche, una vez fuera: colapso. ¡Dios Santo!, eran las once de la mañana, ¿a qué se debía tanto tráfico?, seguramente era un accidente, pensé.
Puse la radio y la apagué, la volví a encender y la volví a apagar. Intenté localizar a mi mujer por el móvil y no hubo manera, seguramente ya está dentro. Llamé al teléfono de mi suegra y tampoco recibí respuesta. Mis nervios me estaban destrozando. Sentí un temblor. Puse la radio e intenté llamar a mi cuñada a ver si sabía algo. Ella sí contestó:
Celia, menos mal que te encuentro. ¿Sabes algo de Claudia?
No, voy para el hospital, pero estoy en un atasco.
Yo también. ¿Sabes qué pasa?
Pues supongo que lo de siempre. Demasiados coches.
¿Dónde estás?
Calle El Cid, esquina Dulcinea
Yo estoy en la otra punta, mucho tráfico me parece.
Tranquilo, estás demasiado nervioso. Nos vemos en el hospital.
Vale. Adiós.
Llevaba unos veinte minutos sin avanzar, a mí me parecía una eternidad. Posiblemente mi hija ya estaría en el mundo y yo en un atasco. Me sonó el teléfono:
Pablo, soy Carina.
Hola Carina, menos mal que me llama, ¿cómo está su hija?
Está bien, todavía no han empezado las contracciones, estamos en un taxi.
¡¡¡ ¿Cómo?!!!!, ¿todavía no habéis llegado al hospital?
No, hijo, no. Estamos en un atasco.
Por favor, páseme con su hija.
Claudia, cariño ¿cómo estás?
Nerviosa, hay un gran atasco.
Yo estoy en otro, no te preocupes todo saldrá bien.
Sí, sí, te dejo que prácticamente no hay cobertura.
Un beso. Por cierto, ni se te ocurra dejar salir a nuestra hija hasta que llegue.
Un beso.
Tanto atasco me escamó, subí el volumen de la radio y busqué un canal de noticias. Conseguí dar con una emisora local en la que parecían estaban debatiendo:
“-Profesor, ¿qué cree va a pasar?
Pues nada, la grieta ha sido a causa de un pequeño temblor que seguramente no se repita. La taparan inmediatamente y todo volverá a la normalidad.
¿Y el caos que hay montado?
El tráfico será difícil durante el resto del día. Hay demasiados coches parados en caravana. Será sólo hoy, mañana, como ya le he dicho, volverá a la normalidad…”
¿Mañana?, yo necesitaba que todo volviese a la normalidad en aquel momento.
Ante mi incredulidad un temblor me sacudió coche incluido, vi caer macetas de un bloque que tenía a la derecha, de milagro no mata a alguien.
Volví a prestar atención a la radio.
“– Profesor, ¿qué tiene que decir ahora?, nos informan que se ha hecho una nueva brecha asfáltica.
Tranquilos, que no cunda el pánico. Preguntaré a mis colegas.
Ese tío no tenía ni idea, un charlatán. Busqué una nueva emisora y encontré un noticiario que parecía veraz.
“ Todavía no se sabe a que son debidos los temblores, pero debemos estar atentos, se pide que todos los que vivan en la ciudad condal y alrededores abandonen
sus viviendas y acudan a los sitios habilitados para el caso, en cada una de las calles encontrarán gente que podrás ayudarle.
Señores conductores, ustedes también deben abandonar sus vehículos, puede ser peligroso quedarse en ellos”
¡¡¡¡ ¿Cómo?!!!!, yo necesitaba estar con mi esposa. Iba a ser padre. Salí del coche, cerré las puertas y me puse a buscar como un poseso a ese poste de información viviente, por fin encontré a una señorita con chaleco reflectante y ¡Bingo!, era la ayuda. Le conté en la situación que me encontraba y no pudo más que enviarme a un hospital de campaña que habían montado entre dos calles próximas. Para allí fui.
Llegué, busqué a una nueva persona que pudiese prestarme su ayuda y también le conté lo que me pasaba, me dijeron que me tranquilizase y que me tenía que quedar allí, ellos intentarían averiguar donde estaba mi mujer.

No podía más que dar vueltas, arriba y abajo, estaba esperando una hija, mi primera hija y no iba a estar. Seguramente mi mujer estará asustada por ver si me ha pasado algo.
Una chica se acercó a un grupo de gente que estaba apiñada en un rincón, yo me puse detrás de ella.

“Señores, un trozo de nuestro litoral se ha desprendido y se ha formado una isla, hasta ahí no habría problema, lo único es que en ese pedacito de tierra tenemos
vecinos, intentaremos averiguar quienes son y la policía, bomberos, ejército intentará evacuarlos”

Me asusté, el hospital que habíamos elegido estaba al lado del mar, queríamos que una de las primeras imágenes de nuestra hija fuese el Mediterráneo.
Abordé a la chica que nos había informado y le pedí por favor me consiguiese mayor información. Viéndome como estaba, sacó su walkie

-Señor en cinco minutos vendrán a buscarle para ir a la isla.
Gracias a Dios, podría ver si mi mujer estaba allí.
Un grupo de soldados apareció en la puerta del hospital de campaña, me recogieron y subimos andando hasta una plaza donde habían improvisado un helipuerto. Allí subí al helicóptero puesto para la ocasión y no había hecho más que despegar, que ya habíamos llegado. Como la isla no era muy grande, no podían aterrizar, así que se acercaron lo máximo posible al suelo y tuve que saltar.
Otro grupo militar me esperaba, aquella isla estaba completa incompleta, me explico: era un pedacito de ciudad, en algunos sitios los edificios habían caído y la imagen de los bomberos buscando supervivientes entre los escombros era brutal.
Habían tenido a bien separar a las mujeres embarazadas y así me fue más fácil encontrar a Claudia. Primero la divisé a unos veinte metros y rompí a llorar, las piernas me flojeaban, un señor blanco de yeso me ayudó a llegar. Cuando la tuve enfrente, ella tenía entre sus brazos a nuestra hija. Me la extendió. La cogí. Se llamaba Cristina, siguiendo
la tradición de la familia de mi mujer, donde todas las mujeres llevaban nombres empezados por la letra C.

Hola Cristina, soy papá.
No. – dijo mi mujer
Hoy ha nacido una nueva isla y si te parece, mejor que una, dos. Nuestra niña será una nueva Isla, Isla Cristina.
Me parece…, me parece el nombre más bonito del mundo.

2 comentarios:

echaita dijo...

Isla Cristina, Huelva... bonito paisaje, bonito nombre.
Saludos.

Vitore dijo...

Muy buenas tardes. Me iba a echar una siestecilla de esas de 20 munutos pero el relato del nacimiento de Isla Cristina me lo ha impedido para bien... Además quería saludaros y devolveros la visita a mi cuento chino del otro día. Siempre seréis bienvenidas; telepatéticas