martes, 12 de junio de 2007

CONCIENCIA

http://www.youtube.com/watch?v=08ZNAVmc0IY


No sabes si toleras las intolerancias. Un vestigio de vida nueva soñada pero que no puedes tener te atormenta, renace aquello que algunos llaman amor y tu conviertes simplemente en sexo por el miedo que te da compartir, abrirte hacía ella.
Ahora vienes y vas, vas y vienes, la sabes tuya, tuya entre comillas porque ella, realmente, es de otro. Otro que no la hace feliz, otro que llena sus días de rutina, pero da la cara a su destino, ella ha jugado esas cartas y así acepta su premio desconsolado. Te busca a ti para compensar y tú una vez ya la has tenido, vuelves atrás y ya no la quieres, o sí la quieres pero no te atreves, ella no es tuya, ¡jamás lo será! En tus pensamientos juegas a ser su dueño, si es que se puede ser dueño de alguien, como sí lo somos de un objeto. Te gusta imaginártela sentada en tu sofá con su ropa cómoda, pero la desvistes para que solo sea sexo y no, quizás, amor.

Ella no espera nada de él, porque tiene el fruto del presente marcado por una realidad cosechada anteriormente, sólo busca un soplo de aire fresco y se encuentra la intolerancia, sabe que él nunca se atreverá a abrirse y comportarse bajo un deseo bien intencionado por el miedo a sufrir, quizás.
Ahora, uno espera la llamada del otro, ninguno se atreve por no obtener una negación de lo que puede ser y no será por el temor de un choque irremediable.

Alguien abre la puerta, se llama: “es lo que hay”, se acostumbra. Esta noche parece tocar y toca, sin mucho afán, parece más un trabajo que un placer, pero hace ver que disfruta, al fin y al cabo no cuesta nada mentir. Más vale una mentira piadosa que un derroche de improperios dichos simplemente porque el aburrimiento llegó a su climax.

En otro sitio, al otro lado de la ciudad, más o menos ocurre los mismo; él piensa en ella y hace un ejercicio de metamorfosis a la inversa, vuelve a su caparazón para no tener que enfrentarse a: “es lo que hay”. Mantiene su indiferencia e incluso usa palabras en sus mensajes que saben la hieren, se vuelve a mentir creyendo que lo hace más por ella que por él.

Esta mañana ella se ha girado y ha visto a ese hombre que peina canas, tantos años con él y él todavía la desconoce. Abre un ojo y le sonríe, una mentira más para pasar el tiempo que quedé.

¿Qué habrá sido de aquella muchacha?, piensa él. Y yo, su conciencia, puedo decirle que aquella muchacha ya es una señora de arruga en rostro, de belleza en los ojos que alguna vez incluso por él lloraron.

Cuantas veces he tenido que ir de aquí para allá, de allá para acá, intentando, sin causar daño, que hicieran lo correcto: Vivir el momento. No lo conseguí, el miedo, la rutina, la comodidad, el derecho y el deber jugaron en mi contra; demasiados rivales para abatir. Y para no salir aún más herida y cansada, para seguir funcionando, una retirada a tiempo y a dejar colgado del tiempo lo que no fue porque no quisisteis.

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