CASTILLO DE NAIPES - LA PRIMERA MUERTE

Algo codificó mis sueños y con los míos los tuyos, arrastré tu vida tras de mí, con tanta fuerza que te hice llegar antes de que yo te pudiese esperar.

Se hizo la eternidad sentados en la mesa de melanina del bar de abajo, donde habitualmente se nos podía ver charlar, leer, escribir e incluso simpatizar con algún equipo de fútbol.

¡Te echo tanto de menos!, ¡todos te echamos de menos!, ha sido un duro golpe, en especial para aquellos que te vieron marchar sin saber de que se trataba tu enfermedad. Pronto nos volveremos a encontrar, de nuevo andaremos juntos, de nuevo hablaremos, como siempre, de lo etéreo.

Nuestras vidas han caído en una misma trampa.

Estoy haciendo una regresión al ayer, a mi principio, quizá para buscar un culpable o a lo mejor para encontrar algún inocente como lo fuiste tú.

Siento tanto dolor en mi alma por haber detenido tu reloj, lo hice sin saber, pero sé que no tengo perdón.

Inmaculada te imagino, con alas de blancas plumas, galopando en tu nube de algodón, buscando a un individuo al que poder guardar. ¿Seré yo, o ya te habrás olvidado de mí?, presiento que no, pues oigo tu voz cada noche y la humedad de tus besos en mi mejilla.

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