8.30h A.M. recibo una llamada, casi desesperada de Samuel, necesita un informe ya, para ayer.
Ante tanta prisa aligero el paso hacia la oficina, entro en el edificio me dirijo hacia el ascensor de la derecha y un señor de mantenimiento me informa que está en reparación, me subo en el de la izquierda y pulso el botón que me ha de llevar a la séptima planta, en la cuarta se detiene. Montse se apoya en el quicio del ascensor dejando que las puertas no se cierren, enfrente de ella su clon, no la conozco pero el parecido es asombroso.
- Montse tengo prisa, Samuel necesita un informe.
- Lo siento, hasta que no me den toda la documentación no me muevo.
No tengo ganas de discutir y tampoco tiempo. Decido subir por las escaleras.
Maldigo la idea de haberme puesto tacones.
Llego a la séptima casi sin aliento, abro la puerta cortafuegos que da a la escalera y a las oficinas, salen dos compañeros que saludan a mis piernas.
En el ala oeste de la planta veo una gran fila de mesas de madera noble y en ellas quinqués eléctricos. La imagen te transporta a otra época. Al este, mesas sin distribución aparente, grises y con cientos de impresoras imprimiendo, teclados repicando y teléfonos sonando. En el centro, como en una gran pecera, algo más uniforme, parece una aseguradora; debería saberlo, hace diez años que trabajo en la compañía pero hoy todo me llama la atención.
Entre la multitud, sentado en una de las mesas del ala oeste, veo a Samuel agitando los brazos. Me cuesta llegar hasta él. Se levanta me besa, nos besamos pero uno de los dos gira más rápido la cara y nuestros labios se encuentran, sonreímos intentando quitar hierro a la situación.
De repente advierto que a mi lado hay un pequeño sillón de piel donde están acomodados dos chicos, uno es un ex compañero, le saludo, se levanta y nos abrazamos, le muestro mi agrado por lo bien que le sientan los pantalones de pinzas, es la primera vez que lo veo con ropa tan formal. Me agarra por la cintura, le devuelvo el gesto y cuando me giro ya no es él, es una chica muy sonriente, la llaman desde el otro lado y se va sin más. El otro chico del sofá me mira como pidiéndome el saludo, creo que lo conozco pero no le he visto nunca. Se pone a tocar el bajo.
Samuel insiste en la prioridad que debe tener su informe.
Voy camino hacia mi ordenador cuando veo que mi jefe me hace señas para ir a su mesa, regreso hacia el conjunto de mesas de madera. Me suena el móvil, mi ex marido que si quiero un café, le digo que sí, que en diez minutos.
Paso por al lado de la mesa de Samuel, que está hablando por teléfono, le hago señas diciéndole que enseguida tiene el informe. En cuanto salga del despacho de Mario.
Entro en el despacho de Mario, los cristales son transparentes, tanto desde fuera como desde dentro puede verse todo, desde fuera con el sonido en off, pero es fácil adivinar las conversaciones de los demás por sus gestos.
Mario no se lo piensa dos veces, que ya tiene un brazo rodeando mi cintura y el otro por debajo de mi nalga, me besa apasionadamente. Es extraño pero no me da la sensación que haya sido la primera vez. A través de la ventana veo que mi ex sigue esperando – ya se irá – pienso.
Sobre una mesa paralela suelto unos pantalones que no se de donde han salido, parece parte de mi colada y la de Mario, le digo que esta mañana la llevo a la tintorería - ¿realmente le estoy haciendo la colada a mi jefe? –
Hablando de ropa, lleva una camisa horrible, amarilla, verde y negra. Ahora que lo pienso, la oficina está llena de camisas iguales.
Me susurra algo sobre el baño en el oído y como un autómata me dirijo a los servicios. No hay nada que indique si es el de caballeros o el de señoras así que entro. La puerta apenas si se puede abrir porque da con el tocador. Todo es blanco inmaculado, duele a la vista tanta pulcritud, con la siguiente puerta, en la que sí hay un cartel que indica WC, pasa lo mismo, no se puede abrir del todo y si hay alguien dentro tampoco se puede cerrar, allí sentado en la taza un señor vestido de blanco. Como la mañana está siendo tan rara, de repente pienso: - Me he muerto y esto es la mierda de paraíso del que hablan – El señor consigue cerrar la puerta y entonces aparece mi jefe, Mario, que me aprieta contra él, su imagen se desdibuja y se convierte en una mujer de cierta edad, actriz catalana cuyo nombre no logro recordar. Me toca el pecho, doy un salto hacía atrás ya no tengo más espacio, me escabullo como puedo por el estrecho paso que deja la puerta y de nuevo me encuentro en medio de la oficina. A lo lejos, Samuel señala su reloj para indicarme que ya voy con retraso en su informe.
Ante tanta prisa aligero el paso hacia la oficina, entro en el edificio me dirijo hacia el ascensor de la derecha y un señor de mantenimiento me informa que está en reparación, me subo en el de la izquierda y pulso el botón que me ha de llevar a la séptima planta, en la cuarta se detiene. Montse se apoya en el quicio del ascensor dejando que las puertas no se cierren, enfrente de ella su clon, no la conozco pero el parecido es asombroso.
- Montse tengo prisa, Samuel necesita un informe.
- Lo siento, hasta que no me den toda la documentación no me muevo.
No tengo ganas de discutir y tampoco tiempo. Decido subir por las escaleras.
Maldigo la idea de haberme puesto tacones.
Llego a la séptima casi sin aliento, abro la puerta cortafuegos que da a la escalera y a las oficinas, salen dos compañeros que saludan a mis piernas.
En el ala oeste de la planta veo una gran fila de mesas de madera noble y en ellas quinqués eléctricos. La imagen te transporta a otra época. Al este, mesas sin distribución aparente, grises y con cientos de impresoras imprimiendo, teclados repicando y teléfonos sonando. En el centro, como en una gran pecera, algo más uniforme, parece una aseguradora; debería saberlo, hace diez años que trabajo en la compañía pero hoy todo me llama la atención.
Entre la multitud, sentado en una de las mesas del ala oeste, veo a Samuel agitando los brazos. Me cuesta llegar hasta él. Se levanta me besa, nos besamos pero uno de los dos gira más rápido la cara y nuestros labios se encuentran, sonreímos intentando quitar hierro a la situación.
De repente advierto que a mi lado hay un pequeño sillón de piel donde están acomodados dos chicos, uno es un ex compañero, le saludo, se levanta y nos abrazamos, le muestro mi agrado por lo bien que le sientan los pantalones de pinzas, es la primera vez que lo veo con ropa tan formal. Me agarra por la cintura, le devuelvo el gesto y cuando me giro ya no es él, es una chica muy sonriente, la llaman desde el otro lado y se va sin más. El otro chico del sofá me mira como pidiéndome el saludo, creo que lo conozco pero no le he visto nunca. Se pone a tocar el bajo.
Samuel insiste en la prioridad que debe tener su informe.
Voy camino hacia mi ordenador cuando veo que mi jefe me hace señas para ir a su mesa, regreso hacia el conjunto de mesas de madera. Me suena el móvil, mi ex marido que si quiero un café, le digo que sí, que en diez minutos.
Paso por al lado de la mesa de Samuel, que está hablando por teléfono, le hago señas diciéndole que enseguida tiene el informe. En cuanto salga del despacho de Mario.
Entro en el despacho de Mario, los cristales son transparentes, tanto desde fuera como desde dentro puede verse todo, desde fuera con el sonido en off, pero es fácil adivinar las conversaciones de los demás por sus gestos.
Mario no se lo piensa dos veces, que ya tiene un brazo rodeando mi cintura y el otro por debajo de mi nalga, me besa apasionadamente. Es extraño pero no me da la sensación que haya sido la primera vez. A través de la ventana veo que mi ex sigue esperando – ya se irá – pienso.
Sobre una mesa paralela suelto unos pantalones que no se de donde han salido, parece parte de mi colada y la de Mario, le digo que esta mañana la llevo a la tintorería - ¿realmente le estoy haciendo la colada a mi jefe? –
Hablando de ropa, lleva una camisa horrible, amarilla, verde y negra. Ahora que lo pienso, la oficina está llena de camisas iguales.
Me susurra algo sobre el baño en el oído y como un autómata me dirijo a los servicios. No hay nada que indique si es el de caballeros o el de señoras así que entro. La puerta apenas si se puede abrir porque da con el tocador. Todo es blanco inmaculado, duele a la vista tanta pulcritud, con la siguiente puerta, en la que sí hay un cartel que indica WC, pasa lo mismo, no se puede abrir del todo y si hay alguien dentro tampoco se puede cerrar, allí sentado en la taza un señor vestido de blanco. Como la mañana está siendo tan rara, de repente pienso: - Me he muerto y esto es la mierda de paraíso del que hablan – El señor consigue cerrar la puerta y entonces aparece mi jefe, Mario, que me aprieta contra él, su imagen se desdibuja y se convierte en una mujer de cierta edad, actriz catalana cuyo nombre no logro recordar. Me toca el pecho, doy un salto hacía atrás ya no tengo más espacio, me escabullo como puedo por el estrecho paso que deja la puerta y de nuevo me encuentro en medio de la oficina. A lo lejos, Samuel señala su reloj para indicarme que ya voy con retraso en su informe.
44 comentarios:
Yo no aguantaría muchas mañanas así ... acabaría por volverme loco.
Gran cuento. Feliz día
Besotes
Me ha encantado!!! Es como los anuncios de compresas en los que para Silkie nada parece ser lo que resulta siendo... Me ha recordado mucho a las historias que me inventaba con mi ex por mail.
Un besito
Entonces suena el despertador y decides que esta mañana llevarás bambas, pantalones y nada blanco.
Me gustan tus historias.
INTERESANTE TEMA Y LA FORMA DE ABORDARLO. MIS SALUDOS E INVITACION A QUE ME VISITES.
http://journalistcarmen.blogspot.com
extraña manera de iniciar la mañana, el dia y la semana completa, pero muy buena forma de mantener piernas hermosas subir 3 pisos con tacones!!!
saludos y seguire visitandote....
Yo siempre me pienso lo de ponerme o no tacones cuando salgo de casa por las mañanas...
Hoy solo pasé para dejarte un besi, que no es poco no? jejeje :)
.ando atrapadito de curro, pero seguiré leyendote, solo que hoy le diste mucho al teclado jejeje.
Muasssss
Menudo día colega, ¿donde trabaja en el camarote de los Marx?.
Es como el relato de unapesadilla, tomada con muchisima filosofia y tranquilidad.
Estresada me he quedado después de leerlo...
Genial, como siempre.
Besotesssssssssssssss
GRACIAS POR TU VISITA PERO NO PUEDO RESPONDER DE TU PREGUNTA TECNICA PORQUE NO LO SE. UN AMIGO LO HIZO. SI GUSTAS PREGUNTO OKEY?
vaya... veo que hay mucha fuerza en tus letras... me he quedado sorprendido...
Sinceramente, deseo que sigas visitandome, porque me ha agradado mucho...
Gracias, saludos y buen fin de semana...
Sueño de domingo lunes, sin ninguna duda :P
Buena historia, va generando en uno una sensacion de estres a medida que la vas leyendo...
buen blog!!
saludos!!!
No sabía yo que montar unos tacones fuera tan estresante. Espero no tengas demasiados días de trabajo a ese ritmo, so pena de mermar tu salud de forma considerable.
Un saludo.
¡Buena historia!
Es como esos sueños que nunca entiendes pero tratas de encontrarle significado a todo...
Grax por tu visita, me ha gustado el blog me pasaré por acá más seguido...
Cuanto vertigo en tu relato, no siempre pero debe ser divertido tener una mañana asi cada tanto.
Un beso desde MG
Vaya que historia..me hace recordar alguno de mis días ajetreados en donde nunca se sabe que puede terminar de ocurrir..
Lindo relato, me gustó tu forma de escribir y de sorprender a cada instante, mis felicitaciones.
Saludines y cariños para ti.
una mañana como todas? o un electrificante sueño? ...diablos..que frenesí...
uf surealismo total. Espero que estos no sean tus tipicas mañanas, por tu salud ;P
Una historia curiosa y adictiva...que mas podria pasar?
saludos,
Qué locura, sólo un sueño pudo recrear semejante situación...
Un abrazo!
Alfonsina (...Cicuta O Maleza?...)
muy chulo tú estilo...y con los zapatos que están por el lateral...que te voy a decir yo...que soy adicta a los tacones!!!!! te añado a mis links. Un abrazo.
Grácias, por el consejo de los zapatos al congelador, la verdad que me parece una bestialidad jajaja aunque he oido cosas similares y ya no se qué pensar...probaré primero con el zapatero a ver que dice, porque son unos Chloé y no estoy por la labor de fastidiarlos asi como asi la verdad jajajaja
Me gusta mucho tu blog, te meto a favoritos y mañana con paciencia te coloco en mis links del blog para no perderte...
yo adoro los zapatos tambien!
no puedo evitar pasar por un escaparate y babear literalmente cuando veo un par o correr hacia la otra punta del Zara porque he visto unos de refilón que tenian buena pinta.
Por cierto, esos dos pares Pura López de debajo del todo (del blog) son perfectos.
Saludos
que lio, no sé si vienes, vas o te quedas, si tomas té o café, o si tu jefe es hombre o mujer...
besos, un relato muy bueno...
lágrimas de mar
Está muy bueno este relato que nos presentas, tanta confusión, tan rápida y tan peculiar. Terminas por sentirte en alguna de las mesas de madera de la estancia trabajando en otro informe , mientras presencias tus peripecias. Me agrado bastante! Gracias por tu visita y espero que no sea la última.
Acabo de descubrir tu blog... no me preguntes como :) Está muy bien. Me lo enlazo.
¡Qué estrés por dios! ¿Y cuándo te pillas vacaciones?
Es mi primera vez acá y me encuentro con éste texto que es un maremagnum de situaciones sin lógica alguna, de eventos sin sentido, algo de lo más extraño. O es un sueño o te fumaste un porro con alcanfor.
No puedo, en todo caso, sino quedarme aquí convertido en un futuro adicto a estos relatos. En la medida del tiempo trataré de revisar post anteriores para leerte desde antes.
Saludos desde Maturín, oriente de Venezuela :-)
me encanta tu blog porque tu blog sos vos
Ala hija!!! que ya no respetan ni los cinco minutos de sueño despierta! ;)
besos
si jajaj esta genial enserio
me gusta tu blog
Bonita historia, eso si, como yo sueñe algún día que me lio con mi jefe, ainssss, mejor ni pensarlo. yuyu
Lo siento. Otro MEME aquí... ;-)
es como una versión adulta de alicia en el país de las maravillas, pero con jefes en vez de conejos reloj en mano..
buenos relatos, para un buen blog
felicidades
saludos desde Reus
Hija mía, acabo de sentarme ante el PC para relajarme un poco antes de seguir en mis tareas y lejos de sentir paz me has trasladado una tonelada de stress. Y me siento mal por quejarme de mi tranquilo trabajo;););). Espero que este texto sea parte de una pesadilla que tuviste y no de una mañana real.
Gracias por tu visita. Un saludo
que estress me provoca jajajajja.
rasty
OOOH! Que bueno, termine cansada de subir escaleras, de intentar hacer un informe que nunca terminar y de no entender porque todos me tocaban y tenían la misma camisa… en definitiva estresada…
Muy buena narrativa.
Gracias a todos por taconear. Esto, gracias a quien sea, solo fue una absurda pesadilla.
Besos.
Me encantó la historia, pero sólo una cosa... Se escribe IRREALIDAD. Un beso,
V.
Encantadores tacones...
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