lunes, 11 de junio de 2007

CON EL AMOR NO SE PUEDE IR DE COMPRAS

A Laura

http://www.youtube.com/watch?v=8o7YjQb1HuQ


Toda la vida los hombres han ido en busca de oro, petróleo, diamantes… y luego resulta que nos unimos a otras personas por amor.
Más o menos desde mi mayoría de edad he ido buscando al amor de mi vida, a esa media naranja, sin exprimir, que andaba por el mundo buscándome, ese tornillo que encaja perfectamente con esta rosca, ese que según la Biblia me dio una costilla y siempre creía que era ese... Ese que me encontraba en la puerta de un cine, en una discoteca, el amigo del amigo de una amiga… pero luego resultaba que no, que ninguno de ellos era… y claro te vas desmoralizando, pero es igual, nuestro grado masoquista hace que ante el próximo maromo que te encuentras sigas pensando que es el amor de tu vida, el padre de tus hijos.

De repente un día conoces a un tío que no está mal, en la cama es bueno y encima tiene dinero, lo que sería un SO, Soltero de Oro. Tus amigas te dicen: - No puede ser, eso no existe. – Al principio te empeñas en que sí, que es el hombre perfecto, porque al principio todos son el hombre “perfecto”, deseado… pero al cabo de un par de meses, con suerte antes, te das cuenta que no es el hombre “perfecto”, es el capullo perfecto, ese imbécil que alguna vez todas hemos puesto en nuestra cama, de SO pasa SLC, soltero de latón capullo.
En fin…, con el rabo entre las piernas y con el corazón cerrado por reformas, otra vez, te vas. Y el sabor a fracaso lo riegas y lo alimentas con una cena entre amigas donde tacháis un nombre más del listín de “tíos disponibles”. Todos los tachados llevan a su lado una C, algunos incluso una CD o una CDC. Si solo llevan una C, significa: o que es, me permito la expresión, un cabrón o está casado, lo cual es lo mismo: mejor no acercarse. CD, significa que estuvo casado y ahora está divorciado, y CDC, casado, divorciado y vuelto a casar. El CD nos tendría que dar pistas sobre que algo tiene, lo han dejado o lo que es peor, él ha dejado, no deberíamos entrar en su coto privado de caza, pero ahí estamos nosotras, subidas en nuestros tacones y con rimel hasta las cejas, haciendo señales de soy libre, quiero estar contigo.


Un día resulta que conseguimos un espécimen de estos, de CD, y nosotras nos convertimos en la siguiente C, o sea que ahora es un CDC y claro no queremos que se torne en CDCD, porque entonces nosotras seriamos una CD y la cosa se va complicando.
Cuando tú ya te has enamorado de él y muy posiblemente de su coche, resulta que es eso lo único que tiene, su coche. Bueno lo único no, porque, de repente, le sale un churumbel y seiscientos euros de manutención. Ahí, ya no puedes hacer nada, no puedes ser tan egoísta de dejarlo por ser padre, quién sabe si es el hombre de tu vida, desde luego tú te has empeñado en que sí. Así que tienes un ocupa en casa que cada quince días te convierte en baby siter.
Pasa el tiempo y tu hombre perfecto está amargado, sus broncas con su ex son diarias y su hijo poco a poco se va convirtiendo en un adolescente impertinente. Y tú, eres una mera observadora de una situación que te turba. Este mes tampoco te puedes comprar los zapatos; las letras del coche, el piso, la manutención y las minutas de los abogados del divorcio del hombre de tu vida, no dejan cabida para tus caprichos necesarios. ¿En tu mente, el hombre de tu vida no era aquel que te daba todos los caprichos?
Al final, te sientas agotada de la inestabilidad que hay en tu propia casa, de esas broncas que no van contigo, en las que tu quedas como la zorra que está con el marido de otra. Y miras atrás, y te acuerdas del guapito de cara, que te daba buen sexo y además tenía dinero… Y sí, era un capullo integral, pero reflexionas… y entonces me acuerdo de lo que me dijo una amiga la semana pasada, una verdad como un templo: “Niña, con el amor no se puede ir de compras”

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